jueves, 13 de agosto de 2009

¿Y Peter Pan?

En los últimos años el cine de animación se ha convertido en todo un fenómeno cinematográfico y comercial. Si bien la industria de Walt Disney encumbró su poderío a través de historias de princesas, príncipes y la maldad representa por brujas emblemáticas. Hoy lo dibujos animados en el cine son menos cándidos y edulcorados como antes.

Y esto tiene que ver con que los estudios de Hollywood han reorientado su mercado. En un principio se pensaba que era sólo para niños y los papás tenían que sobrevivir a la mayoría de estos filmes.

Sin embargo, con el estreno “Sherk”, de Dreamworks, esto cambió radicalmente porque la propuesta parecía enfocada a cautivar a los adultos y así fue.

Debo reconocer que a mí me aburrían mucho las cintas de animación. Recuerdo también que crecí viendo toda la dinastía creada por Warner Brothers y todo lo que pasaban por televisión, aunque mi favorita siempre fue la caricatura de “Don Gato”, tal vez por eso las cintas me parecían una bobada, pero ciertamente en los últimos años me encontrado con propuestas delirantes, que distan mucho de ser para niños.

Incluso antes era muy difícil ver en los cines que programaban películas de animación a jóvenes o adultos solos, a menos que fueran acompañando a un niño. Hoy sobre todo en la funciones de la noche estas cintas registran una buena audiencia del público adulto.

Hace muy poco me sorprendió mucho “Up” la cinta de Pixar y Disney, y de hecho me conmovió, no sé si a los niños que la vieron, pero me pareció entrañable, sobre todo porque su protagonista era un anciano solo que tiene que recuperar su deseo por vivir y esta opinión fue compartida por amigos de mi generación.

Todo esto viene a cuento, porque se estrena “La era del hielo 3”. Yo particularmente me quedo con la primera parte, porque me pareció muy divertida, pero esta última entrega es verdaderamente alucinante y con mucha acción y es seguro que chicos y grandes se la pueden pasear muy bien.

Y no es cuestión de sacar al niño que llevamos dentro, porque en el fondo todos quisiéramos vivir en Nunca Jamás y que las responsabilidades no nos abrumaran. Crecer tienes su ventajas, pero lo más importante, creo, es nunca perder la capacidad de asombro o ¿no?

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